La especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria se creó en 1978. En 1986, la Unión Europea exigió que los médicos generales recibieran una formación adicional de al menos dos años tras la licenciatura. Para cumplir esta norma España optó, a partir de 1995, por convertir la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en requisito para el ejercicio de lo que, hasta ese momento, conocíamos como “Medicina General”.
Durante años, muchos de los opositores que obtenían las mejores notas en el MIR optaron por la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, llamada a ser una de las formas más completa y satisfactoria de práctica médica. Sin embargo, las sucesivas Administraciones sanitarias, en lugar de aprovechar el enorme potencial que suponía contar con médicos especialistas, altamente cualificados, en Atención Primaria, la ahogaron con su menosprecio y falta de financiación. Como consecuencia, la Medicina de Familia en Atención Primaria se enfrenta a un colapso inminente, con un 53% de los médicos por encima de los 50 años y un 27% por encima de los 60.
La otra gran especialidad de la Atención Primaria, la Pediatría, ha sufrido el mismo destino. En Andalucía, el 61% de los pediatras de AP es mayor de 50 años y el 27% mayor de 60. En Pediatría hospitalaria, sin embargo, solo un 29% es mayor de 50 y un 11% mayor de 60. Los pediatras jóvenes optan masivamente por el ejercicio hospitalario de su especialidad. De hecho, la desaparición de la Pediatría de AP parece inevitable a corto plazo.
Las causas de esta situación son conocidas. Las retribuciones de los médicos de Atención Primaria siempre han sido inferiores a las del médico hospitalario, sus condiciones laborales y sus posibilidades de desarrollo profesional también son peores. Lejos de fomentar su papel esencial dentro del sistema sanitario, la Administración los ha menospreciado y maltratado. El desaliento y la frustración resultan inevitables.
Con todo, el sistema se mantuvo en pie mientras existió una plétora de médicos que nos obligaba a elegir entre la precariedad y el paro. Sin embargo, la relativa escasez de médicos actual ha hecho que todo salte por los aires. Con mejores condiciones laborales y retributivas en la Atención Hospitalaria que en la Primaria, se desincentiva que los médicos recién egresados opten por trabajar allí donde son más necesarios.
Para atajar este problema, El SAS debe mejorar de forma urgente las retribuciones de los médicos de AP, equiparándolas al de hospital. Debe reducir su sobrecarga asistencial y adoptar medidas para incrementar las plantillas, con incentivos que atraigan a los médicos a este sector.
Sin embargo, la Administración sanitaria sigue dando la espalda a la Medicina de Atención Primaria. Ahora pretende paliar el problema mediante la consulta de acogida, un proyecto fracasado en el que se han gastado cientos de millones de euros.
El Sindicato Médico Andaluz luchará con todos los medios a su disposición, como lo ha venido haciendo todos estos años, contra esta demolición programada de la Medicina de Atención Primaria. Esta no es solo una obligación sindical, sino también, ante todo, un deber cívico.
Comité Ejecutivo del SMA