Razones para un fracaso anunciado: ¿de dónde venimos y hacia dónde vamos? (1ª parte)

“El Plan de Ordenación de Recursos Humanos (PORH) del SAS constituye el instrumento básico de planificación global, cuya función principal es definir los objetivos a conseguir en materia de personal, y los efectivos y la estructura de recursos humanos que se consideren adecuados para cumplirlos, así como las medidas necesarias para lograr dicha estructura”.

Así reza la definición que da el propio Servicio Andaluz de Salud sobre este pilar fundamental para el correcto funcionamiento de su gran “maquinaria” asistencial. La realidad es que el último PORH completo del SAS publicado data del año 2004, con una actualización parcial de datos en Junio de 2013. Existe una modificación posterior, realizada en mayo de 2019, para extender la edad de jubilación voluntaria de los licenciados sanitarios hasta los 70 años y actualizar la definición de los puestos de difícil cobertura (PDC). Es decir, para añadir dos medidas destinadas a paliar la grave escasez de facultativos disponibles.

Aunque en este PORH se exige que se establezca un procedimiento continuado de revisión, para ajustar periódicamente sus previsiones y objetivos, y así mantenerlo vigente, los últimos datos publicados sobre la plantilla real de efectivos del SAS son de junio de 2013.

En base a esos datos publicados en el PORH, y lamentando mucho que no se publiquen más actualizaciones periódicas, se aportan algunos detalles, que quizás arrojen algo de luz sobre el delicado momento actual, y permitan el análisis de por qué y cómo se ha llegado a este punto, de muy difícil retorno. Si no conocemos las causas de un problema, difícilmente se podrán encontrar soluciones.

De todos los efectivos del SAS en Junio de 2013, que eran 90.666 personas, repartidas entre Atención Primaria (AP) y Atención Especializada (AE), solo el 26,4% trabajaban entonces en AP, reconocida ahora por todos como “eje del sistema sanitario”, y de triste actualidad por su posible “colapso”, inminente y previsible.

De entrada, esa distinción entre AP y AE ya denota una connotación negativa hacia los responsables de prestar esos servicios sanitarios, pues igual de “especialistas” son los médicos que trabajan en los dos ámbitos, por lo que no deberían ser opuestos lo primario (básico, fundamental) y lo complejo. Usar el término “Atención Hospitalaria” (AH) sería lo más adecuado.

Solo un 19% del total de los profesionales activos del SAS eran médicos, con un 8,3 % del total (7.525) ejerciendo en Medicina de AP, un 9,7% (8.830) de FEA (facultativos especialistas de AE) y el resto, repartido entre otras categorías (cargos intermedios, MF en SCCU). Además, otro 4,8% de la plantilla eran EIR (4.414 médicos), aunque se trata de personal en formación en este caso, por lo que no puede ser contabilizado como plantilla laboral.

Aproximadamente un 7% del total eran enfermeras de AP (los profesionales de Enfermería suponen aproximadamente un 26% de la plantilla del SAS).

Es decir, solo un 15% de la plantilla del SAS son médic@s o enfermer@s de AP. El porcentaje del presupuesto sanitario total destinado a la AP es muy inferior también, respecto a la AE. Actualmente está en torno a un 14% del total, y no ha ascendido apenas en los últimos años, sin acercarse nunca al 20-25% del total invertido en Sanidad, que seria lo deseable, y el que le correspondería para un funcionamiento eficaz, o al menos para compensar la gran desproporción de plantilla contratada para AP (26%) y para AE (74%).

La tasa de profesionales por 100.000 habitantes era de 74 MF y 82 pediatras de AP en 2014. En Enfermería, era de unos 74 enfermeros/100000 también. No existe una actualización más reciente, aunque quizás será mejor no conocer esos datos y tasas actuales, porque no soportarían la comparativa con otros países europeos desarrollados. La realidad actual nos está demostrando que no habrán mejorado.

En resumen, la AP en Andalucía ha estado infrafinanciada y mal dimensionada en sus plantillas de profesionales desde hace ya muchos años. La insuficiente planificación de los recursos humanos (necesarios para su correcto funcionamiento) y el empeño en mantener un ineficaz modelo de gestión, economicista y desmotivador, la han llevado a un deterioro progresivo, que ahora ha estallado de forma contundente, aunque esperemos que no sea definitivo.

Continuará…

Juan José Silva

Delegado de Atención Primaria del Sindicato Médico de Sevilla

Distrito Sanitario de Sevilla Capital

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