Seguimos esperando el cambio

Los médicos de cierta edad hemos presenciado la transformación del Sistema Sanitario Público Andaluz en las tres últimas décadas. Hemos visto crecer la politización y burocratización del sistema y las designaciones a dedo. Hemos presenciado cómo los objetivos económicos primaban sin restricciones sobre los criterios clínicos. Hemos asistido al ascenso de jóvenes compañeros a cargos intermedios y puestos de dirección por méritos exclusivamente políticos. Nos han respondido muchas veces con altanería y desprecio a nuestras quejas legítimas. Hemos soportado que se nos contratara mes a mes y que se nos impusieran condiciones de trabajo indignas. Nos hemos desesperado al constatar que órganos colegiados como la Junta Facultativa, la Junta de Personal y las diversas comisiones, órganos de participación de los profesionales en la dirección de los centros, eran puestas en manos de los leales al poder político para evitar que sirvieran de foro de denuncia de las carencias del sistema. Hemos comprobado cómo lo peor del funcionamiento de los partidos se trasladaba a los centros sanitarios, en los que surgían clanes, comisarios y consignas, en los que la medicina cedía su protagonismo a las intrigas y la preocupación por los pacientes quedaba reducida al ámbito de la ética y la vocación de unos profesionales maltratados.

Actualmente, el deterioro de nuestra Sanidad es percibido con un serio problema por todos los andaluces. El nuestro es uno de los Sistemas Sanitarios peor valorados de España, según el último Barómetro Sanitario del CIS. Ello explica que en la reciente campaña electoral varios partidos se comprometiesen públicamente a cambiar las cosas. El hecho de que estos formasen finalmente gobierno hizo nacer una inmensa corriente de esperanza en los hospitales y centros de salud de toda Andalucía. Nos iban a gobernar partidos que habían reconocido públicamente que estábamos siendo maltratados, que había que despolitizar la sanidad, equiparar nuestros sueldos al resto de España, modificar el sistema de selección de cargos intermedios y acabar con la discriminación que representa la exclusividad, entre otras cosas. Es posible que algunos compañeros los votasen solo por esa promesa de mejora. Quizás hubo incluso quien no los votó y aun así celebró esa misma posibilidad tras su triunfo.

Hay algo peor que ser menospreciados o maltratados, y es ser engañados con falsas promesas. Cada día sin cambios es una bofetada a unos profesionales a los que se indujo a volver a ilusionarse. Cada día en el que todo sigue igual alimenta la duda acerca del compromiso sincero de nuestros nuevos gobernantes con la mejora de nuestra situación. No hay más diálogo con los profesionales. No hay anuncios de mejoras retributivas concretas, con un calendario expreso para su aplicación. De la exclusiva no se ha vuelto a hablar y el concurso de traslado vuelve a las mesas técnicas. Los cambios en los puestos directivos parecen obedecer más a la necesidad de colocar a los nuevos leales que a un deseo efectivo de despolitizar la sanidad y poner la gestión en manos de profesionales cualificados, en lugar de compañeros de la lucha política para alcanzar el poder. En otros casos, la ausencia de cambios parece revelar una connivencia inconfesable entre profesionales de la política y la gestión que se apuntan al caballo ganador, que no sienten reparos en ponerse al servicio del partido gobernante con tal de conservar sus privilegios, que están encantados con que todo cambie siempre que (para ellos) todo siga igual.

Nada de lo que hicimos tenía como objetivo un cambio político. Como organización sindical, nos es indiferente qué persona o partido gobierne nuestra comunidad. Lo que exigimos es que se nos trate con respeto, se nos remunere de forma acorde a nuestra cualificación y se nos libere del yugo despótico de unos partidos políticos interesados ante todo en poner la Sanidad al servicio de sus intereses espurios.

Que nadie se engañe: vamos a seguir dando guerra. El apoyo recibido por nuestros compañeros en las recientes elecciones sindicales ha sido enorme. Es más duro ser defraudado por quienes reconocieron lo insoportable de tu situación y te prometieron mejorarla, que por quienes simplemente te ignoraron. Que luego nadie diga que no avisamos.

Comité Ejecutivo del SMS

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