El conflicto de la Ortopedia Infantil y el drama del SAS: Médicos excepcionales pésimamente dirigidos.

Tras nuestro artículo sobre el conflicto surgido en la Unidad de Cirugía Ortopédica Infantil del Hospital Virgen del Rocío, algunos compañeros del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de dicho hospital nos han hecho llegar su preocupación por la posibilidad de que estemos contribuyendo a sembrar dudas sobre su capacidad para asumir el tratamiento de los pacientes con esta patología. Al respecto debemos decir lo siguiente.

El Sindicato Médico no solo no cuestiona la profesionalidad de ninguno de los médicos de la Sanidad Pública Andaluza, sino que da fe de la misma. Todos nosotros somos, de hecho, médicos de dicho sistema sanitario. Los profesionales somos el elemento más valioso del SAS y la única explicación de sus excelentes resultados a pesar de que nuestra financiación es una de las peores de España. Los padres de los pacientes de cirugía ortopédica pueden tener la absoluta seguridad de que sus hijos recibirán no solo un tratamiento adecuado a su patología, sino un tratamiento ajustado a los más altos niveles de calidad médica. Los miembros del Servicio de Traumatología que sustituirán a los que ahora se marchan están perfectamente formados y en condiciones de realizar las intervenciones que se venían llevando a cabo en esa Unidad.

Sin embargo, no podemos dejar de denunciar la enorme trascendencia de los hechos producidos. Recordemos que todos los miembros de la Unidad de Cirugía Ortopédica infantil, que, como todas las del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Virgen del Rocío requiere una elevada cualificación, han decidido renunciar a sus puestos de trabajo en el contexto de un conflicto con el mismo Director de Unidad de Gestión que los colocó en sus puestos, los apoyó durante años y se colgó la medalla de contar en su servicio con una Unidad de Referencia nacional en Ortopedia Infantil. Se mire como se mire, nos parece evidente que este hecho es la prueba de la nefasta gestión de la Unidad por parte de su Director y del anterior Gerente, Manuel Romero, y constituye una grave pérdida para la misma y para el Sistema Sanitario Público Andaluz, que se suma al goteo permanente de profesionales que lo abandonan para trabajar en otras comunidades o en la sanidad privada a causa de los bajos sueldos y el maltrato sistemático que reciben.

Las preguntas que nos hacíamos en el artículo anterior nos siguen pareciendo absolutamente pertinentes y, desde luego, inquietantes: “¿Qué está pasando en el SAS para que un grupo de cirujanos altamente cualificados se plantee abandonar, entre denuncias de acoso y maltrato, la Unidad que han contribuido a levantar con su esfuerzo? ¿Así es como piensa nuestra Administración construir un Sistema Sanitario Público de calidad?”. No cabe duda de que problemas como este en gran parte están provocados por el modelo de gestión sanitaria imperante en el SAS, en el que prevalecen los criterios políticos y económicos sobre los puramente clínicos.

Sabemos que estos cirujanos serán sustituidos por otros de cuya cualificación no es posible dudar, y que los niños recibirán el tratamiento que necesitan. Pero, ¿cuánto habrá que esperar para que estos se marchen también? ¿Cuándo perderán estos la confianza del Director que ahora los apoya? ¿Cuántos se han marchado ya? Permitid que respondamos a estas cuestiones de manera indirecta con las palabras que usábamos en el artículo anterior: “Las actitudes despóticas y la política deben salir de una vez de nuestros centros sanitarios, para dejar paso a una gestión basada de verdad, y no solo sobre el papel, en la calidad de la asistencia. Por este camino vamos al desastre”.

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