Los intereses del programa informático SIDCA y la crisis de las fusiones

El diario ABC de Sevilla, en su edición de ayer, lunes 20 de febrero, sección Andalucía, publicó un interesantísimo, extenso y documentado artículo sobre los intereses e influencias que la implantación del modelo informático SIDCA, originario del Virgen del Rocío ha tenido y tiene en la situación actual de los hospitales andaluces y en el sistema informático DIRAYA.

Cuando Andalucía recibe las competencias sanitarias, allá por 1987. Los responsables, se decantan por seguir las recomendaciones derivadas de la Conferencia de Alma-Ata que había celebrado diez años antes la OMS y que urgía a los gobiernos al desarrollo de la atención primaria: básica, preventiva, barata y equitativa. En definitiva, ofrecer mucho por muy poco dinero con la creación de una red de centros de salud.

Los primeros integrantes de la Consejería de Salud hacen suyo el modelo de Alma-Ata y sientan las bases de lo que tendría que ser el servicio sanitario. Nada que ver con lo de ahora: «políticos profesionales, obsesionados por los votos, las apariciones en prensa y atados al partido».

De aquellos polvos surge Diraya, «conocimiento» en árabe; un proyecto de digitalización y unificación de los sistemas de información asistencial que nace a finales de los 90 en el que aportan ideas cientos de profesionales del SAS y técnicos de la Administración para mejorar la continuidad asistencial que recibe el paciente.

Entonces se hace imprescindible crear un censo, la Base de Datos de Usuarios.  Cada una de ellas está asociada a una tarjeta con el Número Único de Historia de Salud de Andalucía (NUHSA), en sintonía con la premisa de Diraya: hacer del paciente el centro de la estrategia sanitaria.

Diraya comienza a implantarse en 2004 en AP. La empresa encargada del software, en colaboración con personal técnico del SAS, es Indra. El plan original de Diraya era extenderse por los tres escenarios hospitalarios, urgencias, consultas y hospitalización.

Pero la hoja de ruta del modelo Diraya se vio trastocada por la irrupción de Sidca, un programa gestado en el Hospital Virgen del Rocío. Este programa corre a cargo del Centro de Documentación Clínica Avanzada, dirigido entonces por Eduardo Vigil, que se hace cargo del Centro de Documentación Clínica Avanzada del Hospital Virgen del Rocío donde desarrolla el nuevo sistema de gestión informática junto a la empresa Everis, a la que se incorpora inmediatamente después de jubilarse en el SAS. El modelo que propone Sidca en vez de pivotar en torno a la información básica del paciente, como Diraya,  lo hace en relación al especialista. Paralelamente a todo eso, muchos hospitales andaluces trabajan por su cuenta y a todos ellos se les impuso la solución Sidca, hecho que niega Eduardo Vigil.

Según Vigil, «la idea inicial era que confluyeran» los distintos programas. Otras fuentes indican justamente lo contrario. De hecho, la irrupción de Diraya en los hospitales hacía peligrar la continuidad de SIDCA.

La expansión de SIDCA no es casual. Aún faltaban años para que entraran en vigor las órdenes de fusión, pero la creación de unidades intercentro empezaba a ser una realidad contra la que de nada sirvió oponerse. La Administración desoyó a los profesionales. También algunos directivos se mostraron crítico con el proceso de convergencia hospitalaria, entre ellos el propio Aquilino Alonso, quien luego se convirtió en ferviente defensor de las fusiones.

el gerente del SAS, José Luis Gutiérrez, pareja de Montero y también procedente del Virgen del Rocío, nombra en 2013 como director de la Estrategia de Participación y Corresponsabilidad Profesional del SAS a su mano derecha con el objetivo de potenciar la gestión clínica: Alfonso Soto Moreno, jefe de Endocrinología del Virgen del Rocío.  Su hermano Ignacio Soto  trabaja en Everis y colabora con una empresa que suministra tecnología de IBM, empresa aliada de Everis, al SAS.

La integración del software del Rocío se planteó en su día, según fuentes del propio SAS, con una filosofía particular que pretendía dar «un giro de 180 grados» en la metodología digital. SIDCA es una pieza más del puzle sanitario gestado durante la etapa de María Jesús Montero.

Todo ello en un contexto peculiar: continuos recortes en medios humanos y materiales, proliferación de nuevas empresas públicas para casi cualquier cosa y crecimiento paulatino de las ya existentes, contratos temporales precarios para profesionales, fusiones hospitalarias, potenciación de las Unidades de Gestión Clínica (UGC), manipulación de listas de espera, conciertos con centros sanitarios privados…

Las Unidades de Gestión Clínica son el último, aunque no menos importante, eslabón de la cadena de mando en la sanidad andaluza. Su principal función es la de marcarse y cumplir una serie de objetivos cuyos fines parecen a menudo más economicistas que asistenciales. Por ejemplo, no derivar más de un determinado número de pacientes al especialista, no solicitar tantas pruebas diagnósticas o no recetar más medicamentos de la cuenta.

Para poder controlar los objetivos, el software procedente del Virgen del Rocío va acompañado de un módulo de gestión. El cumplimiento de los objetivos reporta ingresos extra a los miembros de las UGC, así como a sus superiores, que se rigen por idénticos fines. La jerarquía tiene que cumplir para poder cobrar la bonificación anual. Cuanto más alto es el puesto en la organización, más dinero se percibe. «Es una perversión», critican de forma radical fuentes sanitarias.

Los intereses por la implantación de un modelo informático que gestione la actividad de la mayor empresa andaluza, como es el SAS, con enorme peso en el gasto público de la comunidad, son evidentes. En 2010 el Servicio Andaluz de Salud adjudicó a Everis el proyecto de plataforma de integración entre 29 hospitales andaluces por más de cinco millones de euros. Ni qué decir tiene que la implantación y expansión del sistema informático de gestión conlleva hacerse además con importantes y periódicos contratos de mantenimiento. Sólo el último contrato de Everis con el SAS asciende a 4.356.000 euros.Igualmente, las consejerías de Presidencia, Justicia, Economía o Empleo han contratado los servicios de Everis.  Las cantidades que se desprenden de la web de transparencia de la Junta suman decenas de millones de euros en adjudicaciones.

El programa informático, con un importante peso del software del Virgen del Rocío, se comercializa actualmente en el extranjero bajo la marca Echos y opera en países como Brasil, Argentina, México, Chile o Portugal.

Eduardo Vigil ha contado con dos destacados especialistas de la sanidad andaluza para integrarlos en el consejo médico de Ehcos: el granadino Guillermo Antiñolo  y Francisco Murillo, director de la Unidad de Cuidados Intensivos del Rocío. Murillo era director del Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias cuando la EPES contrató a Everis para desarrollar su sistema de información a razón de un millón de euros al año.

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