La etapa formativa del MIR, sus dificultades y paradojas

Con este título publicaba Diario Médico un artículo con aspectos muy importantes durante la etapa formativa del médico, camino de su especialización.

Las obligaciones asistenciales, en esta etapa intensa y de gran vulnerabilidad, no dejan tiempo para estudiar precisamente cuando es más necesario pues la mayor parte de competencias y habilidades para el ejercicio de la profesión se adquieren durante los años de especialización. Atendiendo a pacientes es como se aprende mas pero es muy necesario el adquirir determinados conocimientos teóricos para ello y la caga asistencial, con demasiada frecuencia, no lo permite.

La parte más dura es la de las guardias en Urgencias, donde los residentes llevan una carga excesiva aunque la situación ha mejorado en los R1, que no pueden firmar y deben estar acompañados siempre por otro profesional que es el responsable del enfermo.

Compaginar docencia con presión asistencial en un entorno nuevo y desconocido supone un cúmulo de factores que pueden generar estrés. La teoría de la humanización del médico es un factor esencial para la vida profesional que debería cimentarse en esta etapa, pero choca con un día a día donde, normalmente, falta tiempo para aspectos como la comunicación con el paciente, la empatía o un trato más humanizado.

Dentro del contexto de competitividad extrema que supone el MIR, más en determinadas especialidades de alta demanda, el Plan de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) del COMB (Colegio de Médicos de Barcelona) está notando un incremento de casos que requieren atención entre los profesionales más jóvenes. Desde su creación en 1998 y hasta final de 2015 atedió a 305 residentes, pero 255 de ellos en la última década. Esto puede ser debido a la oferta del propio programa pero, también, a factores como el aumento de presión asistencial que, muchas veces, prima sobre las necesidades docentes.

El principal motivo de consulta son los trastornos adaptativos con sintomatología mixta. Terminada la carrera el MIR toma contacto con el enfermo, con el sufrimiento, con la muerte, con los familiares de los pacientes, con los tutores, con los retos del trabajo en equipo, con la tecnología y una organización sanitaria compleja. Todo ello se traduce en una presión y estrés que, según como se tenga el arsenal de recursos personales, pueden manejar con mayor o menor complejidad

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