A vueltas con la acreditación profesional

Publicamos a continuación el artículo de nuestro compañero Manuel de la Matta sobre la acreditación profesional y, en particular, sobre el curso para el acceso a la misma que ofrecerá de forma gratuita el Sindicato Médico. Compartimos gran parte de su contenido. El Sindicato Médico ha sido muy crítico con el actual proceso de acreditación profesional y así se lo hemos hecho saber en multitud de ocasiones al SAS. Se trata de un proceso burocrático, alejado de la práctica clínica cotidiana y que no refleja la calidad de la asistencia que prestan los profesionales.

En contra de la posición del Sindicato Médico, el acceso a la carrera profesional requiere en nuestra comunidad la previa acreditación de competencias. Nuestro Sindicato defiende un modelo de carrera profesional como el que existe en otras comunidades, en el que el que no se exige este paso previo. Por desgracia, en este asunto también nos hemos enfrentado a una Administración intransigente que se ha negado a atender nuestras peticiones.

Debe quedar claro que el Sindicato Médico no ofrece un curso gratuito sobre el acceso a la acreditación profesional porque aceptemos el modelo implantado en Andalucía, y menos aún porque lo apoyemos. Seguiremos exigiendo un modelo de carrera profesional que no requiera la previa acreditación profesional. No obstante, hasta que alcancemos ese objetivo, consideramos que es nuestro deber ayudar a los compañeros que desean acreditarse para acceder a la carrera profesional y obtener de ese modo un incremento de sus retribuciones.

El Dr. Manuel de la Matta hace gala en su artículo de una admirable integridad moral y puede estar seguro de que sus reflexiones serán tenidas en cuenta. En este asunto, como en todos los demás, el principal objetivo del Sindicato Médico es servir a los intereses del colectivo médico y ser la expresión de su voluntad.

Rafael Ojeda

Presidente del Sindicato Médico de Sevilla

A vueltas con la acreditación profesional: ¿ofrecemos los profesionales no acreditados una atención de peor calidad?, ¿hemos medido la calidad ofrecida por el profesional en función de su acreditación?

Estimados compañeros:

Leo esta semana en nuestra web del sindicato que “El SMA llega a un acuerdo con la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía para dar cursos sobre la acreditación para la carrera profesional.” A finales de 2018 me planteé por segunda vez en la década de los 2010 cumplimentar mi acreditación de competencias profesionales en el SAS. Y de nuevo, al igual que hace 8 años, me surgieron dudas éticas sobre si debía iniciar el proceso. En la ocasión actual tenía un interés especial por dos motivos: 1º) se anuncia que la acreditación es requisito para acceder a la carrera profesional; 2º) pretendo solicitar la intensificación investigadora, para lo cual, también es requisito estar acreditado. Asumiendo ambos preceptos, retomé mis reflexiones antes de comenzar un procedimiento consumidor de tiempo y esfuerzos. Lo he meditado profundamente, me he documentado sobre el asunto, y mi decisión racional me conduce a la misma conclusión: no debo iniciar el proceso, estoy moralmente obligado a manifestar mi rechazo explicito y razonado.

En este texto me limitaré a mostrar mi posicionamiento sobre la acreditación de competencias de los facultativos, no sobre la acreditación de instituciones sanitarias o unidades de gestión clínicas, a pesar de que los procesos de acreditación corporativos también son cuestionados en la actualidad(1-5). De hecho, ha sido a raíz de la reciente suspensión por parte del gobierno danés de la acreditación hospitalaria obligatoria impulsada desde 2005 por el Ministerio de Sanidad, y su sustitución por un sistema de evaluación de la calidad diferente a la acreditación (6,7), que el debate internacional sobre los procedimientos de evaluación y promoción de la calidad sanitaria ha adquirido las dimensiones de un tornado (3-6,8). Exceso de burocracia, consumo de tiempo y recursos, sobrecoste de las estructuras acreditadoras, heterogeneidad en los modelos de acreditación y en las variables seleccionadas para evaluar la calidad y, sobre todo, ausencia de evidencias sobre su utilidad y sospechas incipientes sobre sus posibles efectos colaterales, han colocado estos procesos en el punto de mira de la comunidad científica3,5,9-11.

Nosotros, en el SAS, hemos sido pioneros y originales y, dando un paso más, ¿grande para la humanidad?, hemos introducido los procesos de acreditación individualizada de profesionales; con el penoso agravante de que estos profesionales obviamente, ya cuentan con sus certificaciones o licencias en vigor y desempeñan sus funciones en la empresa pública (o privada) cumpliendo adecuadamente el marco normativo respectivo. El rizo del rizo, somos unos visionarios… Un fenómeno cuando menos paradójico que debería conducirnos a una reflexión profunda y una rectificación del modelo si procede.

¿Cuál es el objetivo de la acreditación profesional?, ¿mejorar la calidad de los servicios asistenciales? Para eso ya tenemos la acreditación institucional o, en nuestro caso, de las unidades de gestión; que, si bien criticable o hasta suprimible (ver ejemplo danés), se orienta a lograr que los objetivos corporativos (de la institución, de las unidades y, consecuentemente, de los profesionales que las integran) se aúnen, al menos en parte, con los objetivos establecidos por la administración y definidos mediante estándares. De este modo, y considerando que los profesionales cumplen adecuadamente con su cometido dentro de sus unidades, la acreditación individual carecería de sentido. ¿No nos basta con asumir el cumplimiento de estándares establecidos por el organismo regulador en el seno de nuestras organizaciones (acreditación corporativa)?, ¿no nos basta con garantizar la mejora permanente de la calidad asumiendo los objetivos institucionales e individuales en nuestros modelos vigentes de evaluación continua?, cosa que hacemos, ¿para qué carajo la acreditación de competencias profesionales de los profesionales que ya son competentes?, ¿o es que no lo son?, ¿para qué carajo la acreditación de profesionales que cuentan con todos sus permisos (certificaciones) habilitantes en vigor? Si queremos promover la excelencia y establecer diferentes niveles de capacitación o calidad profesional, lo lógico sería hacerlo en base a estándares objetivos, consensuados y estables que permitan a los profesionales dirigir su carrera desde el comienzo de su práctica; esto es: un sistema de baremación adecuado. Y punto. Y esto ya existe; ej. La bolsa de méritos del SAS (aunque en mi opinión el modelo es muy mejorable). La excelencia profesional se demuestra mediante el reconocimiento de aquellos méritos que aportan un valor añadido a la empresa: habilidades y experiencia docentes, investigación, publicaciones con impacto, participación en proyectos competitivos, en redes de investigación y grupos multicéntricos, en grupos de trabajo y comisiones operativas, con el desarrollo de proyectos de innovación y de patentes, y un largo, (o corto) etcétera que permiten evaluar de forma objetiva y relativamente sencilla los méritos acumulados de los profesionales. En la actualidad, nuestros currículum investigadores/innovadores están disponibles en la plataforma Investiga+ de la Fundación Progreso y Salud; nuestros méritos profesionales, en la web de la bolsa del SAS; nuestros perfiles publicadores, transparentemente accesible en Pubmed; nuestra vida laboral, a un clic del ratón; y podemos contar con informes de nuestros superiores directos sobre nuestro desempeño profesional en un plazo razonable de tiempo; amén de contar con nuestra colegiación en activo, nuestras licencias operativas y nuestros certificados de penales, con suerte, limpios. ¿Qué más necesitamos para acreditar nuestras competencias? ¡¡NO MÁS BUROCRACIA PEDORRA!! Al menos… ¡no en mi nombre!

Ser conniventes con sistemas falaces, inoperantes o disfuncionales generalmente no ayuda a resolver los problemas, sino a darles una pátina de pintura perecedera. Sería probablemente mucho más productivo que como sindicato trabajásemos en pro de la simplificación, la automatización y la desburocratización de un modelo de reconocimiento de méritos que debería ser sencillo, objetivo y transparente, y que evitase embarcar a los profesionales en un proceso inútil y altamente consumidor de su preciado tiempo. Un primer paso podría ser elaborar una sencilla encuesta entre nosotros, los sindicados, para determinar cuántos consideramos la actual acreditación de competencias como estúpida e ineficaz, y cuantos estaríamos dispuestos a apoyar un modelo de evaluación de méritos sencillamente… más simple. Estoy honestamente convencido de que como sindicato, deberíamos dirigir nuestros esfuerzos en esta dirección. A veces, desandar el camino andado es la mejor opción, sobre todo, cuando la senda elegida te dirige hacia el abismo. Quedo a vuestra disposición, podéis contar conmigo.

Dr. Manuel de la Matta Martín

REFERENCIAS

1. Mumford M, Forde K, Greenfield D et al. Health services accreditation: what is the evidence that the benefits justify the costs? Int J Qual Health Care 2013; 25(5): 606-20.

2. Pomey MP, Contandriopoulos AP, Francois P et al. Accreditation: a tool for organizational change in hospitals? Int J Qual Health Care 2004;17 (2-3): 113–24.

3. Alkhenizan A, Shaw C. The attitude of health care professionals towards accreditation: A systematic review of the literature. J Family Community Med 2012. 19 (2): 74-80.

4. Brubakk K, Vist GE, Bukholm G et al. A systematic review of hospital accreditation: the challenges of measuring complex intervention effects. BMC Health Serv Res 2015 15:280. doi: 10.1186/s12913-015-0933-x

5. Nicolaisen A, Bogh SB, Churruca K et al. Managers’ perceptions of the effects of a national mandatory accreditation program in Danish hospitals. A cross-sectional survey. Int J Qual Health Care 2018: 1-7. doi: 10.1093/intqhc/mzy174. [Epub ahead of print]

6. Ehlers L, Jensen MB, Simonsen KB et al. Attitudes towards accreditation among hospital employees in Denmark: a cross-sectional survey Int J Qual Health Care 2017. 29(5): 693-98.

7. HOPE, European Hospital Healthcare Federation. The Danish Way in Quality and Health Care – For senior healthcare professionals, managers and policy makers 10 – 11 April 2018, . 2018. Copenhagen (Denmark). http://www.hope.be/danish-way-qualityhealth-care-senior-healthcare-professionals-managers-policy-makers-april-10-112018-copenhagen-denmark/

8. Hinchcliff R, Greenfield D, Westbrook JI et al. Stakeholder perspectives on implementing accreditation programs: a qualitative study of enabling factors. BMC Health Serv Res 2013;13:437. doi: 10.1186/1472-6963-13-437

9. Greenfield D, Braithwaite J. Health sector accreditation research: a systematic review. . Int J Qual Health Care 2008; 20 (3): 172-83.

10. Triantafillou P. Against all odds? Understanding the emergence of accreditation of the Danish hospitals. Soc Sci Med 2014; 101: 78-85.

11. Fairbrother G, Gleeson M. EQuIP accreditation: feedback from a Sydney teaching hospital. Aust Health Rev 2000; 23 (1): 153-62

Imagen: SMA

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