Sobre las 14,30 del pasado 24 de mayo, en el servicio de urgencias del centro de salud de Alcalá del Río, fue atendida una paciente y, una vez terminada la consulta y administrada la medicación prescrita, el energúmeno que la acompañaba exigió al facultativo que le administrara un determinado medicamento para un síntoma no expresado por la paciente y que no parecía estar indicado en ese momento, circunstancias todas explicadas por el médico.
La exigencia siguió en un tono de voz muy alto y, continuó, con la persecución del médico cuando había terminado la asistencia, acompañada ya de insultos.
La advertencia de avisar a la Autoridad no dio resultado pues comenzaron las amenazas de muerte reiteradas y daños a la propiedad así como intimidaciones. Todo ello en presencia de testigos.
La Guardia Civil se personó en el centro donde el agresor, al parecer esposo de la paciente atendida, fue identificado e hizo lo mismo con los presentes.
El centro no dispone de guardia ni cámaras de seguridad y, al parecer, dispone de timbre anti-pánico que los profesionales no saben usar al estar incluido en el sistema informático y carecer de las instrucciones básicas para su uso a la vista.
Esa tarde en el centro solo hay un médico, tanto para pasar consulta como para ver a los enfermos que acuden a urgencias, con la consiguiente y obligada sobrecarga de trabajo, la cual se repite todos los días tanto por la mañana como por la tarde pues no se sustituyen las ausencias, lo que ha motivado nuestra denuncia escrita en varias ocasiones. Y esta es otra más.
A pesar de las reiteradas y preocupantes amenazas de muerte y el natural estado de angustia del compañero, provocado por las mismas, continuó en el puesto de trabajo hasta terminar su horario a las 8 de la tarde.
Por nuestra parte, además de todo el apoyo al compañero, denunciamos esta nueva agresión y solicitamos al SAS actúe contra el agresor de oficio, tanto jurídicamente como administrativamente, para que nunca más agreda a un profesional de su empresa. Por muy usuario de la misma que sea.
Esa es la única tolerancia cero que se hace creíble cuando la pregone el SAS.