Acoso laboral en sanidad, un problema latente por desconocimiento y miedo

Compañeros que critican abiertamente a otros profesionalmente, cirujanos a los que sistemáticamente se les dejan las tareas y turnos más incómodos, jefes que ofrecen apoyar una renovación de un contrato a cambio de favores sexuales…Existen pocos datos acerca del problema del acoso laboral o mobbing en el sector sanitario español, y en concreto entre los médicos, pero la percepción es que existe en mayor o menor medida de forma generalizada.

Según la VII Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, de 2012, un 17 por ciento de los sanitarios habría sufrido “agresiones verbales, rumores o aislamiento social”.
Respecto a los médicos, hay cifras aisladas. CESM en 2014 contabilizó 423 denuncias por acoso moral. El último informe del Observatorio de Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC) indica que un 3 por ciento de ellas no fueron perpetradas por pacientes o sus familiares.

Su coordinador, José Alberto Becerra, confirma que en ese índice también se incluirían las agresiones a médicos por parte de otros galenos, “pero por todo tipo de cuestiones: laborales, económicas, sentimentales…”, y reconoce que las campañas del Observatorio se han centrado hasta ahora en los usuarios, entre otros motivos, “porque, al ser nuestra misión dar apoyo y defender al colegiado, sería una situación complicada”.

De ahí que la organización haya aprovechado la cuarta oleada de la Encuesta de Situación Laboral de los Médicos en España para hacer un primer análisis sobre la dimensión del problema, abordando conductas como el acoso sexual o los impedimentos para progresar profesionalmente.

Su promotor, Óscar Gorría, explica a DM que “muchos de nosotros conocemos o hemos oído hablar de algún caso, así que queremos aprovechar que se trata de un sondeo nacional y con una participación masiva para conocer cómo se perciben las relaciones laborales tanto con los compañeros como con los jefes”. El sondeo ha recibido más de 10.000 respuestas.

En general, los profesionales del sector sanitario “tienden a ser de los que manifiestan una mayor violencia en el trabajo, junto a las Fuerzas Armadas y seguridad y los docentes”, apunta Gil-Monte.
En la estadística cuenta la violencia ejercida por usuarios del sistema, pero recalca que “la interna, que recibe menos atención mediática, también es muy alta, por el grado de competitividad por conseguir un puesto de trabajo, recursos e influencia”, y que, por su experiencia, es más frecuente entre compañeros que entre jefes y subordinados.

Recuerda, por ejemplo, el caso de una anestesista que recibió presiones para no aceptar un puesto ofertado en la bolsa de empleo temporal porque “esa plaza ya tenía nombre y apellidos”.

“En este tipo de burocracias profesionales, donde hay cierta libertad para establecer requisitos de contratación, juegan la influencia y los favores. Si entra alguien ajeno en el servicio, se le minusvalora o se le hace el vacío”, comenta.

Opina que el personal temporal no tiene por qué sufrir más mobbing: “Es cierto que, por ejemplo, pueden ofrecer a alguien un contrato a cambio de favores sexuales, pero este personal tiende a abandonar el centro si hay un ambiente tóxico. En cambio, el médico con plaza se siente legitimado para no renunciar al puesto a pesar del acoso y, si no se toman medidas, se alarga su situación”.

El director de Unipsico apunta que los planes de prevención de este tipo de conductas “son complicados de implantar. Hay que informar bien de cómo funcionan los protocolos, garantizar el anonimato y, sobre todo, como con la violencia de género, crear una cultura de denuncia y de tolerancia cero”.

Fuente: Diario Médico

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