¿Quién puede creeros?

Ha llegado a nuestras manos la copia de una supuesta carta que algunos directores de unidad de los Hospitales Virgen del Rocío y Virgen Macarena habrían elaborado para hacerla llegar a la Consejera de Salud. En ella le comunican la gravedad de la situación en que se encuentran ambos hospitales y el efecto negativo que va a tener sobre sus profesionales la mala evaluación que estos centros han obtenido a efectos de CRP. (Advertimos que no es la primera vez que nos hacen llegar un escrito sin firmar para luego poder decir que nadie lo suscribió).

Nosotros de momento no sabemos nada oficialmente. Desconocemos si esto es cierto y qué impacto tendrá en las cantidades a cobrar en concepto de CRP. Cuando tengamos este dato nos pronunciaremos al respecto. No vamos a callarnos si existe un nuevo recorte económico encubierto,  pero hasta entonces no vamos a entrar en comentar lo que no nos consta.

Y no nos consta quién firma el supuesto documento, ni a quién se lo han entregado, si es que en efecto lo han hecho. Nos consta sin embargo que se trata de un documento conocido y comentado no solo por los médicos de ambos centros, sino también por sus directivos. Pero, ¿por qué tanta opacidad? Si es verdad que los directores de unidad quieren defender el trabajo de sus subordinados, ¿por qué no declararlo públicamente? La falta de transparencia que rodea este texto invita a desconfiar de las intenciones que oculta. Aun así, ante la insistencia de nuestros afiliados, deseamos pronunciarnos al respecto.

Por lo que se refiere a su contenido, la misiva que comentamos es un resumen de los agravios que este sindicato viene denunciando desde que empezó la crisis, a los que se añade una reivindicación interesada de la gestión clínica, que no compartimos. Desde luego, sí suscribiríamos la denuncia de la situación lamentable a la que los presentes y pasados gestores de la sanidad andaluza nos están llevando, si no fuera porque ello implicaría compartir el pie del documento con la firma de los mismos que han puesto en práctica, en ocasiones con notable celo, las medidas criticadas.

Algunos de estos directores de unidad que, según parece, han firmado este documento, no son inocentes recién llegados. Estos directores son los mismos que han implantado la nueva jornada ordinaria a base de suprimir continuidades asistenciales, lo que ha supuesto una merma retributiva brutal para todos los facultativos cuya situación tanto les preocupa ahora. Los mismos que han cumplido fielmente las órdenes de la Administración, cuando no tomado la iniciativa adelantándose a las mismas, aumentando hasta niveles insufribles la carga de trabajo de sus subordinados. Los mismos que han coaccionado, amenazado y presionado de múltiples e imaginativas formas a estos médicos de los que ahora se compadecen.

Algunos de estos directores de unidad misteriosos, de los que no sabemos siquiera si existen, serían los mismos que han asistido impasibles al deterioro de nuestras condiciones laborales, al que, cuando menos, habrían contribuido como ejecutores fieles de las órdenes recibidas. Hasta hoy, a estos seres imaginarios no parecía preocuparles el aumento de la carga de trabajo provocada por la reducción de las plantillas, ni los contratos al 75%, ni la arbitrariedad en la fijación de los objetivos de las unidades o en la evaluación de su cumplimiento. Sin embargo, estos seres de ficción, fieles a la Administración hasta hoy, habrían descubierto súbitamente, como por obra de una revelación que llega demasiado tarde, que los médicos a cuyos lamentos eran sordos ya no pueden más. ¿O es que lo único que les molesta es perder parte de sus suculentas productividades? ¿A qué viene ahora esta crítica? ¿Qué pretenden? Esto huele a guerra de intereses, a “ponerse a salvo”. Y ya sabemos lo que le pasa a la tropa si los oficiales discuten o buscan salvarse: Volveremos a ser los únicos perjudicados. 

En definitiva,  estamos hartos de palabras vacías o engañosas. Si tan indignados están ¿Por qué no dimiten? Esta gente (si es que existe) no tiene derecho a insultarnos de este modo, mostrando hacia nosotros una solidaridad que, aun si fuese sincera, no valdría nada viniendo de ellos. De los directores que no hayan querido firmar la carta al menos podemos predicar la virtud de la coherencia (algo es algo).

No añadiremos nada más. Dejamos a vuestra imaginación la tarea de poner rostro a los hipotéticos firmantes del documento, y de concebir las intenciones, nada rectas, a juzgar por los antecedentes de esos cuyos rostros habéis ya imaginado, que lo han motivado.

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