En la mañana de pasado miércoles, 20 de marzo, en el Centro de salud de Camas, se produjo una agresión verbal con amenazas muy graves hacia una compañera. Al agresor-acosador había tenido conocimiento, al parecer el mismo día, de que se le había asignado un nuevo médico de familia. Se dirigió entonces a la consulta de la médica agredida y desde la misma puerta, en presencia de los enfermos que estaban esperando, con gran agresividad y gritando, le pide explicaciones de por qué le ha cambiado de cupo para después amenazarla con que “si el sale de esa consulta, ella también va a salir de Camas o de donde sea”, arguyendo que con su enfermedad mental no tiene problema para hacer nada, pero que además no es tonto y no lo va a hacer a cara descubierta.
El agresor había estado acosando a otra compañera desde hacía meses y que comunicó a la dirección que la seguía cuando iba a hacer avisos e incluso hasta su casa, o que la esperaba en el bar cuando iba a desayunar. La dirección del centro entonces cambió al sujeto al cupo de la compañera agredida ahora. Esta comenzó a notar los mismos hechos que refería su compañera e incluso el agresor se lo hace saber en la consulta: “Te he visto por tal sitio…”, “He visto dónde aparcas…”, “Yo nunca dejaría ver mi coche…”. Le hace saber, incluso, que él, con su ansiedad y depresión, tiene muchos altibajos en su forma de actuar. Es entonces cuando la compañera agredida este miércoles pide a su directora que lo cambien de su cupo y le asignan esta vez un médico, motivo por el que acude en el día del suceso el agresor al centro para amenazarla.
Enterado del asunto el delegado del Sindicato Médico por la llamada de otra compañera de Camas, éste se dirigió al centro encontrándose con la sorpresa de que la agredida estaba pasando consulta y, al entrar, se derrumba y comienza a llorar. El delegado le indica a la dirección que el estado de ansiedad de la profesional no le permite pasar consulta y la acompaña, después, al servicio de urgencias para que le hagan el parte de lesiones y el informe médico sobre su estado de ansiedad, que va en aumento conforme lo va describiendo al compañero que la atendía.
Mientras es atendida, el delegado habla con la dirección para que active el protocolo de agresiones, que se hace en ese momento; se llama al distrito, se habla con la directora y se pone a otro compañero en la consulta de la compañera agredida. Desde el distrito ponen en conocimiento de los hechos a D. Fernando León, el capitán de la Guardia Civil encargado de las agresiones a sanitarios en el medio rural, y le comunican a la compañera que se pondrá en contacto con ella.
Con el informe médico, el parte de lesiones y el comunicado internos de agresiones, la agredida, acompañada por el delegado, se dirige finalmente a la Policía Nacional de Camas para poner la correspondiente denuncia.
No dudamos de la buena voluntad de los responsables de la Administración, pero situaciones como ésta demuestran que se está lejos de darle la importancia que tiene a las agresiones a sanitarios y que la tolerancia cero aún sigue siendo una bonita coletilla publicitaria. Cualquier agresión, por pequeña que pueda parecer, afecta a una persona que la percibe de forma muy distinta según el momento y otros múltiples factores y pueden hacer que tenga un efecto devastador para la agredida. Por eso, es imprescindible el apoyo inmediato y la suspensión de la actividad para retirar del foco de la agresión a la afectada, poniendo de inmediato en marcha todos los mecanismos previstos en estos casos. Todos.
Y ahora, a actuar sobre el agresor. Son dos mujeres las acosadas y una de ellas, además, agredida con amenazas muy serias. Es la responsabilidad de la Administración Sanitaria actuar decidida y firmemente contra el agresor. Con escrupuloso respeto a sus derechos, por supuesto, pero salvaguardando la integridad y seguridad de los profesionales procurado que la ley actúe con todos sus argumentos.