La Junta de Andalucía, en su atalaya de despachos y papeles, falló. Su labor de fiscalización se durmió en los laureles de la burocracia, y el programa de screening se resquebrajó.
Entonces, en un acto de prestidigitación miserable, algunos políticos intentaron desviar la mirada hacia el personal Médico y Facultativo. Es un truco viejo, tan viejo como el poder: buscar un chivo expiatorio.
En estos días de diciembre, conviene detenerse y recordar que la verdadera fortaleza de un sistema público no está en sus discursos, sino en sus personas. El personal Médico y
Facultativo desde nuestras consultas, salas de exploración, quirófanos, consciencias y noches sin dormir no hemos tenido tregua.
Los Médicos respondimos con nuestra ética, con nuestro compromiso diario y con nuestro deber, protegiendo el sistema que hacemos funcionar día a día. Defender nuestra labor no es un acto de caridad, es un acto de justicia.