El SMA niega que exista una estrategia para rechazar pruebas diagnósticas con el fin de paliar las listas de espera de pruebas diagnósticas

El diario El País publica hoy, 30 de octubre, que “Miles de pruebas diagnósticas son rechazadas en Andalucía sin que lo sepa el paciente ni el médico de cabecera”, titular al que se añade el siguiente subtítulo: “El Gobierno autonómico limita las ecografías y resonancias para reducir el gran atasco de sus listas de espera”. El contenido de este artículo se apoya en declaraciones de diversos facultativos, entre ellos varios representantes del Sindicato Médico Andaluz.

Desde el SMA queremos dejar constancia de que rechazamos el enfoque que se da a la noticia y no nos consta que “el Gobierno autonómico limite las ecografías y resonancias para reducir el las listas de espera”. No nos consta que exista ninguna orden o estrategia del SAS dirigida a limitar las pruebas diagnósticas para paliar la lista de espera. No nos consta que se limite el número de pruebas que pueden solicitar los médicos de familia ni tampoco que los radiólogos tengan instrucciones de rechazar las pruebas que se han solicitado. Tampoco tenemos constancia de que la Administración rechace las pruebas por cualquier otro medio.

Los radiólogos, como médicos especialistas en diagnóstico por imagen, pueden considerar que una prueba solicitada por otro médico especialista no está indicada. De hecho, la disparidad de criterios entre médicos de diferentes especialidades es común en la práctica médica y se resuelve sobre la base de criterios exclusivamente científicos. Por tanto, es rigurosamente falso que los radiólogos rechacen pruebas diagnósticas de manera injustificada para mitigar las listas de espera. De hecho, queremos remarcar el rigor científico y la ética profesional de los radiólogos, actualmente sometidos a una presión inaceptable por razones en muchas ocasiones espurias.

El problema al que hace alusión el artículo citado ciertamente existe. Existen médicos de familia que no llegan a saber que la prueba diagnóstica que han solicitado ha sido considerada no indicada de manera justificada por el radiólogo. En consecuencia, no podrán informar al paciente y tampoco valorar conjuntamente con el radiólogo la mejor estrategia diagnóstica. Esto se debe a que el canal por el que se informa al médico de familia es el denominado “buzón del profesional”, un correo corporativo en el que el médico de familia recibe información clínica en una cuantía tan ingente que le resulta imposible gestionarla.

El médico de familia no dispone en su agenda de tiempo para atender la información que recibe en su “buzón de profesional”, por lo que a menudo le resulta imposible consultarlo a causa de la sobrecarga asistencial. Es más, el médico sigue recibiendo información por esa vía mientras está de vacaciones o de baja, periodos durante los cuales se acumula información potencialmente sensible sin que ningún médico pueda recibirla. El SMA ha denunciado reiteradamente al SAS los graves problemas y responsabilidades que pueden derivarse de esta forma de comunicación al médico de familia, pero hasta la fecha nuestras denuncias no han tenido respuesta.

Tanto los médicos de familia como los radiólogos son médicos especialistas sometidos a una sobrecarga laboral inasumible. La grave carencia de medios con que se ven obligados a desarrollar su labor provoca graves retrasos en las pruebas diagnósticas y hace imposible la prestación de una asistencia médica de calidad. A ello se suma un procedimiento de comunicación entre Atención Primaria y Hospitalario que no funciona. Como consecuencia, muchos médicos de familia y, por tanto, también sus pacientes, no llegan a recibir la información de que la prueba solicitada ha sido desestimada, o bien se produce tal retraso que cuando llega la cita la prueba ya no está indicada. Pero la causa de que pase esto no es un plan deliberado, sino la carencia de medios y el pésimo funcionamiento del sistema.

El SAS debe reforzar las plantillas de facultativos, debe dotarnos de los recursos necesarios para desarrollar nuestra labor y debe reformar por completo las vías de comunicación entre Atención Primaria y Hospitalaria, favoreciendo el contacto fluido de los especialistas de ambos ámbitos asistenciales. Nuestros problemas reales ya son muy graves. Distorsionarlos con enfoques que no responden a la realidad no nos ayudará a solucionarlos.

Comité Ejecutivo del SMA