Huelga. Huelga médica. El 3 de octubre. El próximo viernes, vaya. ¿Los motivos? Más abajo tienes un resumen. Las reivindicaciones fundamentales. Y más abajo aun, una breve intervención de Rafa Ojeda, presidente del Sindicato Médico Andaluz (SMA), que convoca la huelga de modo conjunto con la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM).
Esos son los aspectos más concretos. Pero yo quiero comentarte otra cosa. Algo de lo que ya te hablé cuando la jornada anterior de huelga, el pasado 13 de junio.
Uno ya es médico sénior. Supersénior, vaya; a muy pocos años del desguace. Después de lo visto y vivido en el Sistema Público de Salud patrio, debería dedicarme a construir un búnker seguro y cómodo, a prueba de experimentos de gestión o psicopatías diversas. Con miles de compañeros en toda España, he vivido y sufrido lo que, sin lugar a duda y sin riesgo a exagerar, podemos calificar como unas décadas oscuras en lo profesional. Y escribo esta frase terrible después de reflexionarla, asumiendo los miles de comentarios recibidos en los últimos tiempos.
Los médicos conformamos un colectivo peculiar, dotado de una incapacidad crónica para organizarnos en torno a nuestra reivindicaciones. O eso creía yo hasta ahora. En un reciente artículo de Redacción Médica, Julián Ezquerra resume triste y adecuadamente las flaquezas de la profesión. Pero hace tiempo que llegué a la conclusión de que las lamentaciones sirven de muy poco.
El pasado trece de junio, los viejos del lugar nos sorprendimos ante el ímpetu de las jóvenes hornadas en el seguimiento de la huelga. Ya os felicité en su día por ello. No es poco lo que se juega en este brete. Pero sobre todo lo que os jugáis los más jóvenes. Porque a los viejos poco nos queda y las mejoras, cuando las ganemos, en poco nos van a afectar. Sois los jóvenes, en cambio, los que tenéis la oportunidad de cambiar el — lamentable — curso de la historia de la profesión médica en España. Los que tenéis ante vosotros la oportunidad de dejar de llorar y, en lugar de ello, convertiros en una fuerza poderosa, respetada y respetable, una parte insoslayable de cualquier negociación en política sanitaria, ya sea general o autonómica.
El Estatuto Marco antiguo de las profesiones sanitarias, aún en vigor, es un documento hostil, que ignora o diluye todas nuestras aspiraciones o reivindicaciones profesionales. Un papel que da por supuesto tantos años de estudio, formación y entrega, para ponernos al albur de la arbitrariedad de una palabra mágica: «necesidades asistenciales». Lo que les haga falta en cualquier momento. O lo que les venga en gana. Sobre esa piedra, se han forjado desarrollos profesionales crueles, cínicos, duros, basados en el «siempre fue así» o en el consabido «cuando seas padre, comerás huevos». Y, mientras tanto, se mastican largos años de horarios terribles, de intimidaciones y amenazas, así como de actitudes remolonas para implementar derechos que se iban consiguiendo poco a poco, como el saliente de guardia, especialmente el de la guardia de sábado.
Ante estos calvarios profesionales, he visto como tantos envejecíamos adoptando varias actitudes. Unos lo zanjaban diciendo que también ellos lo sufrieron en su día. Otros, a veces desde un puesto de cargo intermedio, matizaban el sufrimiento y lo asumían como algo inherente al funcionamiento elemental de las instituciones sanitarias. Solo algunos, como el que te escribe en este momento, conservamos un recuerdo nítido de aquellos años duros, de la indiferencia y el cinismo institucionales, y mantuvimos la opinión de que otro ejercicio profesional es y debe ser posible.
Lo es, y ha llegado el momento. Lo ha precipitado el envejecimiento del colectivo, las jubilaciones masivas, la tendencia a la emigración y, por último, pero no con menos importancia, el contacto diario a través de las redes sociales — en su versión más positiva —. El Ministerio de Sanidad, dirigido por una ¿compañera…?, ha advertido lo obsoleto de la normativa y ha intentado lo imposible: rescatar y refundir el texto antiguo para que todo cambie a peor. Al menos para la profesión médica. Reeditando en ello el desprecio habitual de las administraciones sanitarias españolas hacia el ejercicio de la profesión médica en el Sistema Sanitario Público. Una profesión que se dejó — literalmente — la piel en la pandemia. La profesión que articula y dirige uno de los sistemas públicos de salud más costo-efectivos del mundo. Porque, baratos, sí que somos.
Claro que puedes optar por no seguir la huelga el 3 de octubre. Es tu derecho y nadie te lo va a discutir. Personalmente, puedes aferrarte a tal o cual particularismo de tu rinconcito profesional para no hacerlo. O puedes, si quieres, invocar que nada cambió realmente tras el éxito arrollador de la jornada de huelga del 13 de junio y que, del mismo modo, es poco probable que haya un cambio sustancial después del 3 de octubre, incluso si la convocatoria es de nuevo el mayor de los éxitos.
Pero no van por ahí los tiros, y muchos ya se han dado cuenta. Los tiros van porque una profesión compuesta por gente listísima, sí, pero dispersa y acobardada hasta ahora, está demostrando que ha realizado un peligroso aprendizaje generacional. Te daré un simple botón de muestra: en esta nueva jornada, varios colectivos de estudiantes de Medicina han anunciado su adhesión y participación, solicitando a la Facultad la suspensión de las clases — con algún energúmeno por ahí amenazando con bajarle las calificaciones a los que pille en el fregado —.
Los tiros, aquí y ahora, van de la creación de una nueva conciencia profesional que, huelga tras huelga, concentración tras concentración, negociación tras negociación, está restituyendo a la profesión la conciencia de su propia importancia y el consecuente orgullo de pertenencia y, por tanto, va generando una fortaleza negociadora que, proyectada a dentro de unos años, puede ser temible. Algo que, sin lugar a duda, no es cosa de un día, ni de una jornada de huelga.
La pregunta con la que te dejo es: ¿te quedaste anclado en mi generación, llena de llorones y protestones de pasillo o de bar, o formas parte de la nueva hornada, que se dispone a hacer temblar a todos los despachos sanitarios con poder? Es tu elección. Como todo en tu vida.
Federico Relimpio, médico y Delegado del Sindicato Médico de Sevilla