Desde que empezaron a generalizarse en la Sanidad Pública, el uso y abuso de la figura del médico de guardia localizada se ha convertido en el parche barato que tapa el agujero de la falta de medios y personal en la atención continuada al paciente.
Para la administración sanitaria la guardia localizada no es tiempo de trabajo. Se paga de forma ridícula y no se tiene en cuenta al valorar realmente el tiempo de descanso del profesional. Así, se pueden acumular guardias seguidas una detrás de otra sin límite real porque al fin y al cabo “el médico está en su casa sin hacer nada”.
Para el profesional la guardia localizada supone limitar o incluso anular su tiempo de reposo, de ocio, de conciliación en la vida familiar. Son horas de vigilancia permanente a la espera de una llamada a cualquier hora del día o de la noche que le haga dejarlo todo para atender una urgencia en el menor tiempo posible. Llamadas que son cada vez más frecuentes y que muchas veces hacen que se acumulen los desplazamientos en una misma guardia.
Por eso los médicos andaluces pedimos a los Reyes Magos, Papá Noel (o en su defecto a los gestores de la Sanidad Pública) que nos traigan para el 2026 una normativa que regule las guardias localizadas en su número, periodicidad y remuneración que permita de forma racional mantener la calidad asistencial sin hacerla depender sólo de la pérdida de calidad de vida de los profesionales.