Hoy día, el Sistema Nacional de Salud se sostiene gracias al esfuerzo de sus profesionales en general pero por el personal facultativo en particular que con su esfuerzo y jornadas interminables de trabajo como consecuencia de las llamadas eufemísticamente “jornada complementaria” o “guardias”, cuando en realidad son horas extraordinarias y que la Administración no las quiere reconocer como tal porque dice son horas “en expectativa de trabajo” cuando la realidad es de un trabajo ininterrumpido.
Sin embargo, este sobresfuerzo no se ve reflejado ni en las condiciones en que se llevan a cabo ni en la remuneración: pueden llegar a ser de 24 horas seguidas, sin un límite mensual establecido, obligatorias, estresante, sin descanso establecido, etc que pueden poner en riesgo la salud de los pacientes y los propios profesionales. Y sin embargo, su remuneración, a pesar de ser horas extraordinarias, está muy por debajo de la hora ordinaria.
Por todo lo anterior, exigimos unas condiciones dignas para su realización con una regulación específica que recoja su voluntariedad, su limitación en horas y número de las mismas, sus descansos y una remuneración justa que refleje el exceso de jornada y la carga física y emocional que supone.
La salud pública no puede sostenerse a costa de la salud de quienes la mantienen.
Es hora de acabar con esta explotación laboral encubierta que padecemos en pleno siglo XXI.