Juanma y las mamografías

Lo saben por los medios. El asunto es peor que serio. El cribado de muchas mamografías sospechosas se ha retrasado en los vericuetos de nuestros hospitales, impidiendo que a cierto número de ciudadanas se les diagnostique precozmente un cáncer de mama.

De cáncer se trata, pues. Una enfermedad curable si se diagnóstica y trata a tiempo, y a menudo letal si se deja pasar. Todo apunta a una negligencia del Servicio Andaluz de Salud en su obligación constitucional de proteger la salud del ciudadano.

El cáncer de mama es el segundo más frecuente (el primero en mujeres). Se le aplica especificamente lo dicho más arriba: curable con frecuencia si se coge a tiempo. Es de buen planificador, pues, implementar un cribado sistemático dirigido a las mujeres de ciertas edades.

Pero es de mal planificador el no calcular cómo encauzar las necesidades de diagnóstico y tratamiento de las mujeres a las que se va a encontrar mamografías sospechosas.

Porque, además, todo esto se sabe de antemano. Se conoce qué porcentaje de mujeres va a presentar imágenes sospechosas en la mamografía de cribado y, por tanto, cuáles van a ser las necesidades asistenciales una vez que a la mujer se le descubre que la prueba no es tranquilizadora. Punto al que, por cierto, aún no ha llegado ni resuelve la inteligencia artificial: hoy por hoy, el radiólogo en consulta sigue siendo imprescindible.

Como ya saben, después del lógico escándalo, el Servicio Andaluz de Salud ha salido aprisa y corriendo a contratar a los radiólogos que tenían que haber estado en plantilla para atender las previsibles necesidades.

Pero no hay. O, mejor dicho, no hay dónde contratarlos. Porque haberlos, haylos. Están a la vuelta de la esquina, en cada uno de los múltiples centros de imagen privados que uno se encuentra por la calle. Ahí los contratan enseguida, al día siguiente de acabar el M.I.R. de Radiología. Vaya usted allá a pedirles la vuelta urgente a la Sanidad Pública a enmendar el desaguisado.

No sé si el esfuerzo le será de utilidad. Lo venimos diciendo desde hace años: las condiciones laborales que ofrece la Sanidad Pública no son atractivas. Y no voy a entrar aquí en los motivos. Me limito a ofrecerle un simple botón de muestra: como las direcciones hospitalarias no encuentran radiólogos, desempolvan la peor tradición del Servicio Andaluz de Salud: látigo sobre las plantillas existentes, y a doblar turnos. Sépase al respecto que, mientras las necesidades asistenciales han cambiado al ritmo de la demografía de la población y los dictados de la ciencia médica, no hemos hecho el menor esfuerzo en cambiar una coma para retener a un colectivo profesional de larga y compleja formación, así como elevadísimo nivel de responsabilidad.

¿Y ahora qué? A bote pronto, se me ocurre sentarnos a planificar bien a medio plazo. Las necesidades esperables y los medios necesarios. ¿Y a corto? ¿Qué hacer pues con la situación de tantas ciudadanas angustiadas ante la posibilidad de tener un cáncer en su estado inicial?

Dependerá todo de la capacidad de buscar profesionales donde aparentemente no los hay, de reasignar tareas a los que hay, postergando otros cometidos menos comprometedores o, en último término, de concertar la asistencia con recursos procedentes de la sanidad privada.

Todo menos dejar evolucionar un hipotético cáncer de mama que se puede curar a tiempo.

 

Firmado: Federico Relimpio Astolfi, médico, delegado del Sindicato Médico de Sevilla y escritor.