El último Acto Único celebrado por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) para adjudicar plazas a los nuevos especialistas ha sido, una vez más, un reflejo preocupante del deterioro estructural de nuestro sistema sanitario. De las 457 plazas ofertadas en Medicina Familiar y Comunitaria para toda Andalucía, solo 98 facultativos se presentaron, y apenas 85 contratos fueron finalmente adjudicados. En Pediatría, el resultado es aún más desolador: 11 candidatos para 187 plazas, con solo 7 adjudicaciones.
Estos datos no son meros números: son la constatación del fracaso sistemático de las políticas de personal del SAS, que lleva años siendo incapaz de atraer, retener y fidelizar al talento médico joven.
Solo en la provincia de Sevilla, entre enero y junio de este año, se han jubilado alrededor de 60 Médicos de Familia en Atención Primaria, una cifra que ni siquiera es compensada por las adjudicaciones actuales. El déficit no solo no se corrige, se agrava.
En el ámbito hospitalario, el panorama no es mejor. Han quedado sin cubrir: 13 de las 17 plazas de FEA de Anestesiología y Reanimación, 6 de 9 en Neumología, 3 de 8 en Oftalmología, 5 de 14 en Psiquiatría, 5 de 17 en Otorrinolaringología, entre otras especialidades. En la mayoría de los casos, las coberturas no alcanzan ni el 35%.
Lejos de reconocer la gravedad de la situación, la Administración oculta estos datos a la ciudadanía. Pero las cifras hablan por sí solas, y desde el Sindicato Médico de Andalucía llevamos años denunciando esta deriva: no faltan médicos; faltan condiciones laborales dignas que permitan desarrollar la vocación en el sistema público andaluz.
¿Y por qué se marcha el talento joven?
La respuesta es clara: no se les ofrece un futuro. Los nuevos especialistas se enfrentan a contratos precarios, rotaciones constantes, ausencia de estabilidad, remuneraciones congeladas, turnos inasumibles, una sobrecarga asistencial estructural y una carrera profesional burocratizada, desconectada de la realidad clínica y carente de estímulo. Esta política de personal, centrada exclusivamente en el ajuste presupuestario, ignora por completo la necesidad de ofrecer unas condiciones mínimas que permitan desarrollar una medicina de calidad y sostenida en el tiempo.
Las consecuencias son tan previsibles como graves: centros de salud sin médicos, ausencia de Pediatras, zonas rurales abandonadas, profesionales desbordados, hospitales comarcales con puestos de difícil (imposible) cobertura, turnos de guardia insostenibles y una Atención Primaria que sobrevive gracias al esfuerzo de unos facultativos cada vez más exhaustos.
Mientras tanto, la Consejería de Salud continúa actuando con improvisación, opacidad e indolencia. Se excluye sistemáticamente al Sindicato Médico de los espacios de diálogo y negociación, se maquillan los datos y se mantiene una actitud institucional arrogante que bloquea cualquier vía de solución real.
Desde el Sindicato Médico exigimos medidas urgentes, concretas y valientes:
• Contratos estables desde el primer día, con condiciones laborales que dignifiquen la profesión.
• Incentivos retributivos y profesionales efectivos, especialmente en las zonas de difícil cobertura.
• Una carrera profesional ágil, transparente y basada en el mérito clínico.
• Procesos selectivos y de adjudicación regidos por la transparencia, con participación de la representación legítima del colectivo médico.
• Cumplimiento riguroso del Pacto de Limitación de Agendas firmado en 2023, cuya aplicación se vulnera de forma sistemática en toda Andalucía.
La situación es insostenible. Si el SAS no rectifica su rumbo y no inicia un diálogo real con los profesionales, la sanidad pública andaluza continuará su camino hacia el colapso. No es alarmismo; es una advertencia respaldada por la realidad.
La solución está en manos de la administración. Por nuestra parte, seguiremos defendiendo con firmeza y responsabilidad la dignidad de la profesión médica, los derechos de nuestros compañeros y compañeras, y la salud de los ciudadanos andaluces. Porque sin profesionales, no hay sistema. Y sin condiciones dignas, no hay futuro para la Sanidad Pública ni la Atención Primaria.