Atribuir a la Enfermería competencias médicas es un fraude a la sociedad y pone en riesgo el futuro del sistema sanitario público

Recientemente se han publicado diversas Resoluciones que validan guías “para la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos sujetos a prescripción médica por parte de las/los enfermeras/os”. Estas Resoluciones se publican al amparo del Real Decreto 954/2015 y forman parte de un proyecto consistente en ceder progresivamente funciones asistenciales del médico a la enfermería. Dos factores la impulsan. Uno de ellos procede del ámbito profesional y el otro del ámbito de la gestión.

Desde el punto de vista profesional, los/as enfermeros/as reivindican que ya no son diplomados, sino graduados, “igual que los médicos”, y reclaman mayores competencias y protagonismo en el sistema sanitario. Nada que objetar. El error es pensar que el crecimiento profesional de la enfermería puede hacerse suplantando las competencias del médico. En el fondo, de hecho, este enfoque menosprecia, más que ensalza, los valores propios de la enfermería. ¿Qué importancia asigna a su profesión quien aspira a asumir las competencias de otra? Nos consta que muchos/as enfermeros/as piensan lo mismo.

La formación del médico especialista (en España todos los médicos del sistema público lo son) es de 10 u 11 años, sin contar el tiempo de preparación del MIR. Los/as enfermeros/as hacen un grado de 4 años. Pero la diferencia no es solo temporal. La formación médica está dirigida al diagnóstico, pronóstico, rehabilitación y tratamiento de los pacientes, mientras que la de enfermería esta dirigida a sus cuidados. Ser diplomado o graduado no cambia nada. Los biólogos y psicólogos también son graduados y ello no los capacita para asumir las funciones del médico. La enfermería no es diferente.

Con respecto a los gestores, en un contexto de relativa escasez de médicos resulta muy tentador sustituir a estos por personal de enfermería. Las ventajas son múltiples: menores retribuciones, menor tiempo de formación y un acatamiento mecánico de los protocolos asistenciales provocado por la falta de conocimientos médicos. Sus razones son puramente economicistas.

A estos elementos se suma la enorme sobrecarga asistencial que padecemos los facultativos. Es tentador ceder a un proyecto que promete librarnos de parte de ella y convertirnos en líderes de equipos multidisciplinares. Sin embargo, esta promesa no es más que un engaño. Así se ha puesto de manifiesto en los meses que lleva implantada la consulta de acogida en Andalucía y se ha constatado en países en que este modelo está fracasando. Ha bastado un recrudecimiento de la patología respiratoria aguda estas Navidades para demostrar que las consultas de enfermería no reducen la presión asistencial sobre las consultas médicas, a pesar de que el SAS ha contratado miles de enfermeros/as con ese supuesto objetivo.

Resulta desolador tener que insistir en lo obvio: Solo los médicos estamos cualificados para prestar asistencia médica. Sostener lo contrario es engañar a la población. Por otra parte, pensar que la enfermería asumirá más funciones sin reclamar mayores retribuciones es absurdo. Sus reivindicaciones de más competencias y de pasar al grupo A1 irán seguidas de demandas retributivas. ¿Está dispuesto el SAS a pagar a los/as enfermeros/as igual que a los médicos/as? Si no es así, ¿cómo piensa que acepten asumir sus funciones? Por otra parte, si piensa hacerlo, ¿cómo explicará a los médicos que su especial formación no merece compensación retributiva alguna?

Cualquier cambio en el modelo actual habrá de tener en cuenta la mayor formación del colectivo médico y su consecuente mejora retributiva. De lo contrario, el conflicto laboral está servido y la salida de facultativos del sistema público será inevitable. ¿Quién querrá trabajar en una empresa que paga igual a graduados con 4 años de formación que a especialistas con 11 o 12? ¿Quién querrá estudiar medicina y hacerse especialista para trabajar en el sistema público?

Cuando alguien se pone enfermo quiere que lo vea un médico. Las personas suscriben seguros privados para acceder antes al médico. De hecho, la mayoría de los pacientes atendidos en las consultas de acogida acaban en la consulta del médico. Todo el mundo, incluso los/as enfermeros/as que atienden las consultas de acogida, conoce la diferencia entre ambas profesiones. Pretender que no existe es tomarnos por tontos.

Actualmente hay personal de enfermería administrando sedaciones y anestesias en salas de endoscopia de toda Andalucía. Es solo cuestión de tiempo que alguien muera a causa de la falta de formación médica de este personal. Es solo cuestión de tiempo que alguien muera o sufra graves secuelas por un ictus tras ser atendido en una consulta de enfermería por una cefalea. Estos riesgos se irán expandiendo a medida que este plan progrese. ¿No vamos a hacer nada para evitarlo?

Atribuir funciones del médico a la enfermería no es eficiente, empeorará la calidad asistencial, provocará un conflicto laboral y profesional, dañará el funcionamiento del sistema sanitario público y alentará a la larga la huida de los médicos de este. ¿Vamos a asistir indolentes a este disparate?

En definitiva, nos encontramos ante una estrategia que fracasará y causará un daño quizás irreparable a la sanidad pública. El Sindicato Médico Andaluz hará todo lo posible para detenerlo, pero no será suficiente sin el apoyo de la Organización Médica Colegial y del conjunto de la sociedad. Nadie podrá reprocharnos en el futuro, cuando el plan se haya consumado, que no hicimos lo que debimos. Ojalá entonces todos puedan decir lo mismo.

Comité Ejecutivo del SMA

*Fuente: SMA

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